Ello genera un flujo turístico desde estos países emergentes hacia el exterior que a su vez genera una nueva demanda lingüística e informativa, ambos en el aparato turístico y en la misma sociedad. Para responder a las necesidades comunicativas de este nuevo público, y a sus expectativas —expectativas que en alguna medida difieren de las del usuario occidental— resulta decisivo LOCALIZAR el producto turístico. Se trata de un proceso que debe ser abordado por el agente “productor” (en el destino turístico), recogiendo la realidad cultural y social del “consumidor”: la que corresponde a su país de origen, cuya cultura e idiosincrasia se incorporan al mercado vacacional.
Bajo estas premisas, y teniendo en cuenta la diversificación del mercado turístico, la lengua es un elemento particularmente sensible: afecta a la captación de clientes en el primer eslabón, pues es la puerta de acceso al país emergente. En la misma medida es responsable de fidelizar al cliente en su llegada al destino turístico, destino que debe ser “bien explicado” ambos gráfica y lingüísticamente hasta resultar plenamente convincente en ambas esferas comunicativas. Desde la perspectiva del turista no occidental el acceso a su idioma convierte su experiencia vacacional en una experiencia más segura y enriquecedora, repleta de vivencias, pues la lengua establece una proximidad directa con el usuario foráneo: La lengua actúa como puente entre el nuevo turista y el agente encargado de gestionar su oferta vacacional. Inversamente, la lengua también puede generar barreras entre ambos actores, una falta de entendimiento o empatía difíciles de franquear sin la mediación de agentes especializados en el uso y aprovechamiento del lenguage ambos desde una vertiente tecnológica y lingüística.
Podríamos entonces considerar que el idioma es el principal canal de mediación en la llegada de culturas no occidentales a los mercados tradicionales, y su gestión se convierte en un aspecto de alto valor estratégico. Al respecto, el concepto de LOCALIZACIÓN, o genéricamente, “localizar páginas web o aplicaciones informáticas”, consiste en hacer que aquellas que han sido producidas por un agente “local” sean debidamente transferidas a una región exterior, adaptándolas lingüística y culturalmente a dicha región. Los rasgos característicos de la zona geográfica que se encuentra en el punto de mira, lugar en el que se va a posicionar la información, nos aportan todo un abanico de normas sociales, regulaciones legales, aspectos ideológicos, religiosos, políticos, gustos, hábitos de consumo, preferencias o convencionalismos que van a impactar todos ellos en esa mezcla heterogénea de culturas que aun con independencia del factor de mercado se convierte en un nuevo reto social. Países como Corea, Brasil, Tailandia, Emiratos Árabes y tantos otros nos aportan elementos de actualidad completamente novedosos en la configuración de un mercado turístico mundial. En dicho mercado el proceso de traducción es uno de los primeros pasos a emprender, un paso exigente y comprometido en internet en el camino hacia el desarrollo. Después de todo el turismo es un canal genuino de interacción entre personas, y en el mismo la sociedad en su conjunto deposita una buena dosis de ilusión, inversión y talento.