Los traductores se encuentran diariamente con términos que no tienen traducción exacta en otros idiomas o con ideas que difícilmente pueden ser transmitidas a otras culturas. Por ello, están acostumbrados a comunicar estas ideas no solo a través de palabras, sino también de expresiones, dichos populares y un largo etcétera. En ocasiones es necesario incluso cambiar todo el significado de una expresión o frase para que ésta cobre sentido en el texto traducido.
Existen muchos ejemplos de términos cuyos significados no tienen traducción exacta a otros idiomas. La palabra hyggelig, del danés, se usa para expresar que una persona está a gusto en una situación, ya sea por la compañía, por el lugar o por la tranquilidad del momento. Representa en gran medida la forma de ser de los daneses, para los que el bienestar es un aspecto muy importante de la vida diaria.
Otro ejemplo es la palabra waldeinsamkeit, del alemán, que describe la sensación de estar solo en el bosque, sintiendo el contacto con la naturaleza. El español también tiene palabras que no tienen una fácil traducción a otros idiomas, como por ejemplo sobremesa.
Y es que nuestra manera de entender nuestra cultura está estrechamente ligada a la manera en que expresamos nuestras ideas y sentimientos. Por ello, encontrarse con palabras sin traducción es solo un claro ejemplo de las dificultades que entraña el trabajo de los traductores, que tratan de transmitir de un idioma a otro no solo ideas, sino toda una manera de entender el mundo. Cuando se encuentran con una palabra que no tiene traducción exacta a otro idioma, deben buscar la manera de expresar su significado mediante otra palabra diferente, una frase o una expresión, que transmita el sentido original a los nuevos lectores.